miércoles, 20 de junio de 2012

Cientos de veces de Maliyel Beverido




Por  Mary Carmen Gerardo

El oficio de escribir en muchas ocasiones es más que poesía… porque su donación es poesía…     “Cientos de veces”  recopila la historia de una poeta, Maliyel Beverido, a lo largo de varios títulos y de varios años. Significa una evidencia invaluable de que su compromiso con las letras ha sido continuo.

Cuando llegó el libro a mis manos y lo fui leyendo con calma no tuve más que dejarme llevar por la palabra a través de distintos terrenos mentales. No sólo por la consciencia de los estados y las emociones, sino por la  trascendencia de cómo afectamos a los otros, cómo los acompañamos o nos acompañan dentro y fuera de la historia.

“Cientos de veces” reúne textos publicados desde 1988 a 2005: Sámago, Otro viaje a Ítaca, Poemas del Grimorio, Elementos Dispersos,  Orión responde. En ellos, la poeta se da, se entrega a la palabra.

Sámago, por ejemplo, inicia con una confesión:

“Escribo para mover el aire

demasiado quieto está…”

Porque el momento de inspiración es muy breve.  Sin disciplina, muchos versos se quedarían en la mente del escritor: en las calles por donde camina cuando éstos se le revelan. Así también, la vida es una continua lucha; para muchos, interminable, pero para una poeta es mejor contemplar, participar antes que quedarse en la pecera…

En ese continuo debate que es el diario vivir, puede haber tantos amores como ideas. Y la palabra es amor, cuando quiere.  Puede tratarse de un amor demorado cuando la poeta medita en torno a ella (a la palabra)en epílogo

“Y se encuentra…

rebuscada…”

Por otro lado, el lenguaje es amplio, tan amplio  que puede refugiar  silencios. Maliyel los busca, sin importar como éstos circunden la palabra. Hay amor en los poemas y en ese amor se expresa, segura en su desobediencia, vacila entre el fuego y el frio pero no deja de construir, explora la importancia de la memoria, de la imagen atrapada, en la herencia de su padre.

Beverido explora en el  tiempo, ¿para qué preocuparse por la muerte?,  si su poesía siente en la oscuridad.

Leo algunos versos:

“Hay luces encendidas para nadie

           en la casa y el cuerpo que la habitan”

El amor, reflejo de uno mismo, sin cursilerías, está presente en el poemario “Cientos de veces”:   El amor, resistencia a todas las inclemencias en el mundo. Conectarse al amor es conectarse a sí mismo y no necesariamente porque necesitemos al otro sino conectarnos en el otro.

Explorando los estados de ánimo, Maliyel nos lleva a la tristeza, aquella escondida en la naturaleza, en la noche. Uno imagina su casa, al leer los versos.  La casa, llena de objetos, oliendo a arte, haciéndonos descubrir que el café negro no le gusta, que la historia de la cotidianidad es reinventada y que el amor es vestido, tantas veces, que olvidamos lo negativo, lo sepultamos en las horas.

En Elementos dispersos, recuperamos el aliento perdido a través del fuego plasmado por Maliyel. Ahí, en contraste con otros de sus poemarios, cada poema tiene título y a través de ellos recuperamos los gestos de las diversas caras de la historia. Ahí los demonios tienen las distancias puestas, por ello Maliyel ve al mar con sed, dibuja los años de su hijo, retrata con exactitud la admiración que el mundo tiene ante la juventud, los instantes de precisión que pueden fugarse al año siguiente.

¿Podremos comprender algún día el misterio de la vida y la muerte? Los filósofos nos inundan con respuestas, pero hay gente común, leída o no, que son filósofos y la poeta  lo sabe porque recoge de algún modo sus sentimientos.

El poemario “Otro Viaje a Ítaca”  está lleno de  objetos, del mar que se traga las botellas, del viaje a Ítaca donde las piezas se iluminan, porque todo despojo tiene derecho a un pasado:

“…octubre está presente  en el alba y en el café”.

Mientras, “Poemas del  Grimorio”, está lleno de preguntas donde la hechicera contempla la flor, donde descubre el talento y dedicación del aprendiz. Aprende lo que Edgar Morín escribió sobre el estado poético…

El estado poético lleva en sí la cualidad de vida. Por tanto, la cualidad estética que puede sentir hasta maravillarse ante el espectáculo de la naturaleza, una puesta de sol, el vuelo de una libélula, ante una mirada, un rostro, ante una obra de arte… lleva en sí la experiencia de lo sagrado y la adoración, no en el culto a un Dios, sino en el amor a la efímera belleza. Lleva en sí la participación en el misterio del mundo.

La constelación responde, Orión desnuda las palabras en el presente, en el ahora,  con el aire enrarecido de la página, donde una naturaleza protege con coartadas, en que la tierra mira fijamente a la poeta y se abre paso entre sus huesos,  a sus poemas más actuales…busca las inciertas huellas donde son dibujados.

Cientos de veces se nublan los ojos, sonríes solapado,  tengo una imagen del día, cientos de veces, de manera sencilla… el  mundo se escapa y es atrapado en  verso


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