Salgo de viaje como quien no tiene prisa
como quien se encariña de pronto
con sus zapatos de arena
con el hastío circundante
y la terca ambigüedad de los anfibios
A donde quiera que vaya encontraré pretextos
para volver aquí y liquidar mis pendientes
para estrellar mi nostalgia
contra los muros de cal que te protegen
virgen oscura
navegante
del morbo
A donde quiera que vaya maduraré la vuelta
imploraré por el caos y el evangelio análogo
Quizá siembre palmeras en pórticos y plazas
en hoteles de paso y edificios públicos:
Palmeras como ermitas
espejos verticales
donde el sol entone su oración vespertina
Palmeras sacudidas por el repique de un norte
añejado en carey
forastero y nativo
como el fulgor de tus ojos
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