martes, 10 de febrero de 2009

La receta : Mousse de Mango. Por Gabriela Velázquez



La Mousse de mango

Para preparar La Mousse, lo primero que necesitas son los mangos. Maduros, pero no mucho. Jugosos pero macizos, que al pelarlos, sientas en los dedos cómo corre el jugo, en tanto mantienes la pulpa entre las manos.
Para la elaboración del dulce, necesitas cuatro mangos pelados y sin hueso.

La fruta más sensual es el mango. Su aroma te remonta a algún lugar en el trópico, donde la vida natural es lo que es, y donde, después de un día trabajando, finalmente te sientas bajo la copa de un árbol de mango y sientes dicho aroma. Éste entra por la nariz, como el amor, con su dulce e incomparable perfume, que te invita. Luego lo tomas en la mano y sientes su suavidad. Lo pelas y no te es posible contener cómo escurre el jugo cada mordida que le das. Se te deshace en la boca y queda ese sabor entre dulce y medio ácido. Pulposo.

Ahora bien, colocas la pulpa en un tazón, le agregas un cuarto de queso crema, suave y uniforme, con la textura mórbida de un edredón de pluma, que enseguida te cubre el cuerpo y permite que sientas como pasa tu tacto a lo largo y a lo ancho de él. La mezcla del queso y el mango resulta en una pasta dulce y firme, firme como el estómago plano que tenías cuando a los 18 años sentiste por primera vez las caricias de tu novio. La misma vez que sentiste el temblor del cuerpo sobre las hojas recién bañadas por la lluvia y no sabías si era el contacto de su mano o el frío de la hierba. Dulce y firme, con un olor que no se olvida.

A continuación, se agregan dos tazas de gelatina de mandarina, disuelta en agua hirviendo, como la sangre que circulaba por todo tu cuerpo cuando por primera vez pasaste una noche entera con él.

Mango y mandarina: tú y él, él y tú, la mejor mezcla que existe. El aroma del trópico y el agridulce de la planicie.

El queso crema da un toque de buen gusto. Todo junto, mezclado todo en uno. Tú y él fusionados en una sola persona y el principio de toda existencia. Sus brazos que forman una red, un tesuto firme e indestructible que no permite pasen otras esencias, otras consistencias. Únicamente las que son: dos, él y tú, el queso y el mango, envueltos en una cortina de gelatina, un velo de pasión.

Finalmente, se deja en el tazón a que enfríe un poco a la temperatura ambiente y se mete en el refrigerador, un par de horas. La textura definitiva es consistente, sin ser dura. Suave, gentil, sutil, como lo es una mirada enamorada.

¡Ah!, fija los ojos en la persona que amas. Firme la mirada, pero dulce, tímida. A veces parece que los ojos sonríen y, cuando ves un par de ojos que te sonríen, es que ellos te aman. Y si pertenecen a la persona que amas, sientes que te derrites al sorprenderlo mirándote. La Mousse de mango es el más sensual de los postres. Para él y para ti, para una cena ligera, para una noche eterna.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias Gabriela, que delicia tu receta. Me encantó sentirla.

Un beso desde Madrid!
Ana, pequeña cocinera enamorada .

Anónimo dijo...

no manches que jalada !!

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