Duele
abierta y llanamente
-los bordes de la piel
no abren ni cierran
no cicatrizan al paso de la luz
a su refracción o estancamiento-
Duele la tarde
y su profundidad venérea
-da lo mismo morder o succionar
el grosor de sus láminas
opacidad sujeta al duelo
al corte que transpira
profesional y punzante
entre sus poros translúcidos-
Ella no mira
no palpa
no juega a serme fiel
ni a desligarse del todo
-aun en intervalos falsos-
del pliego petitorio de mi sangre entre sus dedos
Duele
pero no es ella
siempre hay otras causas
otros diámetros
otra ceguera
rústica y palpitante
cavándose y perdiéndose
justo en el centro de sí misma
Dios sabe cuánto extraño
la pureza y frialdad de sus agujas
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