Las tardes de la muerte,
los domingos en el jardín,
cesaban su paso las gentes
y dolidas preparaban sus oraciones.
La paz, como sol exhausto,
busca el calor del infierno.
Puedo contar los ralos ayes
de las palomas de fuego:
son segundos, del silencio ecos.
El árbol esconde la muerte;
su sombra, mi asombro.
Soy yo, que empiezo a irma,
que vivo desde mi encierro
el misterio de no tener
pensamientos elevados
1 comentario:
Jaime, qué gusto leer esas líneas, este blog que abre Jesús anuncia que la mafia está de regreso. ¡Salud!
Martini Chamoy
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